domingo

Retorno al futuro, pasando por la selva

Pero hay mucha más Habana que la Habana vieja. Siguiendo el malecón hacia el Oeste, dejando el mar a la derecha…. El horizonte solo está a unas 12 millas, justo el límite de las aguas jurisdiccionales según el derecho internacional y las conferencia de Montego Bay teniendo en cuenta –que por cierto no se si Cuba ha suscrito y ratificado-,… y superada la desembocadura de las aguas turbias del rio Almenares, uno llega a Miramar. Evocador. Amplísimas avenidas, muy bien cuidadas, el césped, los parterres, los setos pulcramente recortados (lo que en un clima tropical es realmente digno de elogio, dada la velocidad y exhuberancia con la que proliferan las hierbas, esquejes y rizomas), y señoriales mansiones, o más precisamente, lo que un día, hace algo más de medio siglo, fueron señoriales mansiones.

Los mejores habanos, los rones más exquisitos, y las mujeres más hermosas se combinaban con los autos más lujosos, y las partidas de poker más enloquecidas. Todo lo que la enrarecida moral y la austeridad de la posguerra censuraba en los Estados Unidos, estaba permitido, fomentado, promovido y disfrutado en esta isla. A ritmo de mambo, conga y maracas, con aromas especiados a vainilla y canela. Noches de la iguana. Volcanes de pasiones. Todo tenía su precio en La Habana, y una comisión para una estructura de poder corrupta y corrompida hasta el tuétano. Con un punto de vicio y desenfreno que cristalizó en una revolución de idealistas asqueados de los manejos de la Mafia y Batista.


Pero eso fue hace más de medio siglo. No intento legitimar, ni justificar nada. Tan solo entenderlo. Aunque si la relación causa-efecto nos lleva hasta esto…. Ya no entiendo nada. Vuelvo al presente. Aquí y ahora. También en Miramar, la que tuvo, retuvo. Hoy ya no son señoriales oligarcas potentados los que ocupan unos inmuebles, más o menos necesitados de un lifting, una(s) manita(s) de pintura y algún parcheo. ¿no lo ha tenido cualquier vieja gloria de los 40´s o 50´s? En carne y hueso, en estuco, yeso, u hormigón, el inexorable paso del tiempo siempre requiere de cierto mantenimiento… preventivo o correctivo.

Me recuerda a Miami. Los años que viví en Miami siempre pensé en lo bien que se habían adaptado los cubanos –emigrados-exiliados-escapados y/o expulsados al sueño americano, y al sabor hispánico del Sur de la Florida. Plasticidad fenotípica-. Adaptación al medio darwiniana para la supervivencia de la especie. Pues no. Como el influjo recíproco inverso es sencillamente inviable e imposible , la influencia solo ha podido ser en un solo sentido, ya que en los últimos 50 años Cuba no ha importado estética, ética, prosodia, liturgia, ni nada que venga de los USA, entonces los paralelismos solo pueden ser fruto de la exportación. Miami, o mejor dicho aquellos barrios de Miami , más allá de la proverbial pequeña Habana de la Calle 8, como Coral Gables, y Hialeah fuero construidos –concebidos y diseñados- por los cubanos en un arrebato de nostalgia , como imagen viva de lo que dejaban 90 millas más al sur.
Las diferencias, para nada sutiles, están no tanto en lo que hay como en lo que no hay. No hay casi tráfico, ni por supuesto deportivos, ni S.U.V´s , ni descapotables con jóvenes oyendo la música a todo volumen. El parque móvil, es lo más parecido a un Parque jurasico vivo. Al ver esos Cadillacs y Fords de los 50´s, con sus poderosos rugidos es como si volvieran a la vida estegosaurios de líneas imposibles, aletas, y espolones solo atribuibles aun error evolutivo. Consumos insostenibles para 8 y 12 cilindros insaciables, que conviven con espartanos Ladas de restrictiva factura postsovietica .

Un poco más allá de Miramar, hacia el interior descubro La Habana verde, La Habana salvaje, La habana de vegetación lujuriante –fusión de Lujuriosa y exuberante-. El Bosque de la Habana. Enredaderas, trepadoras, epifitas, lianas, bejucos, una sensación de jardín del edén que ya ha sido expoliada en cualquier lugar del mundo en que un mínimo brote de economía de mercado haya tolerado el trueque de un trocito de paraíso a cambio de un dólar. Una vez más repaso mentalmente mi colección de fotos de junglas atrapadas en mi retina. Quizás en la jungla boliviana de Flor de Oro, en las fuentes del Amazonas – el madre de Deus-, o en las laderas empinadas del cráter del Belle vue en Moorea, o en la costa norte de Lombok ….No es por comparar. Me basta con enriquecer mi paleta personal de verdes virginales de máxima saturación.
Me refrescarán el espíritu…cuando el calentamiento global me seque el alma.
Hasta luego.

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